jueves, 26 de julio de 2012

Victima del Amor

Cuando lo vi parecía alguien más, pues habían pasado varios años desde la ultima vez
que supe d él, no habría de reconocerlo en algún lugar si no fuese por esos ojos claros
que misteriosamente pasaron a mezquinar su mirada en la noche, su cabello largo
peinado dibujaba su rostro de una manera diferente, sin embargo estaba segura de que
existía aun en el, aquel hombre que amé, el que obligo alguna vez a mi corazón a
detenerse en el sentimiento para despegarlo de mi vida. Con el aprendí a sentir, a
olvidar, a sufrir. ¿Como no recordarlo?...
Solo que aquella noche una mirada fría oscurecía el tono en sus pupilas, solo para
obsequiarme misterios, para mirarme en formas distintas a las que yo recordaba. Algo
había cambiado en el, algo que necesité averiguar apenas lo vi.
Después de dudar elegir entre la indeferencia o el melodrama, por impulso y no por
decisión opte por solo acercarme a el. Sin nervios pero con un miedo inexplicable
proveniente de alguna extraña intuición.

Extendí mis brazos con actitudes que expresaban sorpresa, alegría y por supuesto el
inesperado cariño que me invadió luego de algún recuerdo amoroso -la noche me trajo
las emociones- pero el se quedo inmóvil. Su rostro no me negó el saludo pero yo no lo
recibí, lo mire fijamente sorprendida por su falta de atención hacia mi saludo y su falta
de sorpresa al verme, me confundió una reacción que nunca habría existido en el.
Al voltearme, sostuvo mi brazo con una fuerza que nunca conocí, dirigió luego su
mirada hacia mí por primera vez en la noche y finalmente dibujo una sonrisa, la misma
que hizo latir a mi corazón conciente de aquella herida que alguna vez el me causó pero
que cicatrizaba en el tiempo.
Una simple sonrisa iluminó la palidez del momento, borrando toda confusión, toda

incomodidad, nada importaba porque esa sonrisa si era la que recordaba.
Entre la luna llena y las estrellas el tiempo acompaño mis recuerdos, el reloj comenzó a
chocar con el pasado.
Para mis ojos, mis latidos y la noche que pasaba lentamente, todo se resumía a su
rostro, a su cuerpo y a un fuerte sentimiento que me engañó al regresar.
Yo me encontré con la noche, las copas, amigos, danzas provocadoras, pero el no
estaba en todo eso. Las luces y todo sonido desaparecían frente a su mirada que se
fijaba en algún punto indefinido del espacio.
Lo observaba sin prestarle demasiada atención a sus nuevas expresiones, lo miraba
mientras volvía a la vida aquel sentimiento que acabo conmigo alguna vez y yo
simplemente lo permití.
Me seducía un extraño impulso de hablarlo y una molesta necesidad de escuchar su voz.
Las horas pasaban y mis ojos paseaban por sus alrededores, pero el solo fijaba su
mirada en algún pensamiento que callaba. Y yo moría por saber de que se trataba.

No podía evitar en aquella noche las ganas de recibir aunque sea una simple mirada
suya. La locura me atravesaba en aquel momento, todo por pretender que su rostro
rígido me comunicara algo o por necesitar explicaciones que él nunca me dio.
Mis esfuerzos por acercarme fueron victimas del arrepentimiento. Estaba desesperando
porque todas las esperanzas por recuperarlo terminaban con la noche.
Hasta que al fin, detrás de unas cuantas melodías románticas, mis insistentes
miradas trajeron sus ojos hacia mi. Comenzó entonces la cuenta regresiva de los cinco
minutos más extensos del reloj. Los aproveché para asomarme a él, ni siquiera lo noté
nervioso u ansioso a pesar de que mis piernas temblorosas difícilmente podían caminar.
El momento comenzó silencioso, aun el silencio era perfecto hasta que un “te extrañé”
inició la conversación, fueron las únicas cortas palabras que necesité escuchar. Las
luces de la gran ciudad se extinguieron por unos minutos, en los cuales sentí sus labios
rozando mi rostro, su veneno ya estaba dentro de mí a partir de entonces. Fue extraño
pero romántico. Cuando al fin se ilumino todo el lugar abrí mis ojos que despertaban
entre la satisfacción de sentir real un sueño y el ya no estaba mas.
Al día siguiente no podía comprenderlo, sus conductas marearon mi desvelo, todo
pensamiento, toda idea señalaban aquel episodio.
El se había ido, sin ni siquiera despedirse, nada tenia sentido, sus cortas y elegantes
palabras, su escape perfecto y sin mencionar su aparición en la ciudad luego de cuatro e
imposibles años en los que intente arrancarlo de mi vida, cuatro años asesinando un
pasado, sufriendo el dolor de borrar o dañar parte de mi historia. Era frustrante ver
como un corto momento comenzó a construir una herida que creí cicatrizar. Pero el
ahora volvió y yo necesitaba explicaciones, conocer el fin de la historia para así ponerle
fin al sentimiento.

Me dejo entonces en la pesadilla de descifrar su “te extrañé”, su caricia, y a unos
pensamientos ilusionados que dejo en mí detrás de todo eso, porque esos eran los que
luego desembocaban brutalmente en una extraña huida. El escapo de mi, tal y como lo
había hecho hace cuatro años.
Necesitaba saber de el, llamé a algunos amigos que lo habían visto también en la fiesta,
y recuerdo de que alguien me dio una dirección, solo la escribí y sin pensarlo busqué el
lugar. Llegué a tal punto de ni siquiera comprender mis acciones, mi tiempo era suyo, y
si no hacia algo por el, sentía que los minutos desaprecian del reloj. Ni el pasado, ni el
presente, ni mucho menos el futuro debían desperdiciarse. El no volvería a escaparse de
mí.
Pero no paraba de pensar en sus conductas frías, su mirada estremecía mi alma, cuando
toqué sus manos estaban ásperas como roca y el sentimiento me estaba matando, sin
embargo en ningún momento sentí miedo, pues recién ahora lo entiendo, ahora que me
parezco un poco mas a él…

Cuando llegué a un apagado pasaje y pude distinguir un oscuro escrito, sabía que había
encontrado el lugar, el mismo me asustaba, era oscuro a pesar que brillaba un radiante
sol de verano ¿que hacia él viviendo ahí? Fue la pregunta que me cuestionó hasta que
me atreví a golpear una puerta de madera vieja, la espera me ponía nerviosa y me
resignaba a la vez, pero no debía dejarme someter a otra noche sin saber nada mas de él.
Espere unas horas sin escuchar ninguna clase de sonido, ni siquiera el de algún animal
diurno, oscurecía y se apagaban las esperanzas.
Mientras me ahogaba entre las horas que pasaban y la espera se pintaba de “nada”, a
pesar de que moría por quedarme allí junto a mis inútiles intentos, decidí que había
llegado el momento de regresar a casa. Al voltearme, escuche el rechinar de la madera y
al mirar hacia la puerta, pude ver como se abría entre el brillo de sus ojos que me
observaban desde adentro.
Cuando quedamos cuerpo frente a cuerpo, nada importaba, ni mucho menos la eterna
espera, así que solo lo saludé y después de eso nos quedamos mirando por algunos
segundos. Me invitó a pasar, ni siquiera lo pensé y acepte la propuesta –por momentos
me desconocía a mi misma desde que lo volví a ver- al entrar difícilmente
podía caminar por la oscuridad del lugar, así que no pude apreciar nada, sentía frío,
pero parecía no haber ventanas o algún tipo de ventilación, recuerdo que el lugar era
grande, yo solo lo seguía y caminé demasiado. Hasta que llegamos a una especie de
habitación, era extraña porque no la cubría un techo, me dijo que en aquel lugar le
gustaba pensar, le pregunté sobre que pensaba y su respuesta me sorprendió: “pienso en
mi, en el pasado, en nosotros”, quedé muda por un momento hasta que me atreví a
preguntarle “¿Por qué te fuiste?”… después se dibujó el silencio, miró seriamente hacia
el cielo pero no me respondió. Entonces me descoloqué y levanté la voz, con reproches

y descripciones de mi sufrimiento y de un perfecto amor que dejó sin vida, entonces
detuvo mis gritos con un suave e intenso beso que me hizo caer nuevamente en su
extraño encanto y finalmente selló aquel momento con unas palabras que aun recuerdo
perfectamente: “te amo y siempre te amé, ahora me es difícil explicarte que fue lo que
sucedió, pero te prometo debajo y por las estrellas que nunca te dejaré y que cuando me
vaya te llevaré conmigo pero todavía no estoy listo para hacerlo”, luego volvió a
besarme y pude sentir con ese beso la sinceridad en sus palabras y la existencia de un
amor que hace un tiempo atrás habría dado por muerto.
Yo quería atravesar el amanecer, el sol no saldría aun, pero el momento nocturno era
perfecto, no hacia falta nada más y la noche permanecía tranquila, solo había lugar para
dos corazones y una promesa de amor, pero el se detuvo y lo dijo otra vez: “no estoy
listo para hacerlo”, en ese entonces no lo comprendía, sus palabras eran cortas pero
extrañas y sin embargo sentía que callaba todo lo que yo necesitaba saber, ¿no estaba
listo para simplemente hacer el amor? ¿A dónde me llevaría? ¿De que se escondía?

¿Qué más me hacía falta saber?, entonces yo misma comencé a contestar esas preguntas
con simples y hasta vulgares suposiciones, no quería hacerlo conmigo porque estaba
confundido realmente y existía alguien más en su vida , tal vez un hijo o una esposa, se
escondía de ellos y quería escapar de su vida hacia otro país y llevarme con el, y si,
faltaban muchas cosas que yo debía saber, entre ellas, el porque me dejó, sin darme
noticia alguna de él durante cuatro tortuosos años en los que me dediqué puramente al
olvido, forzándome a arrancarlo de mi, como a intentar arrancarme mi propio corazón,
sin despedirse, desapareciendo de un instante al otro para cambiar rápida y
dolorosamente mi vida….
Mi rostro enfurecido se lo dijo todo, y él comprendió mi furia, yo me fui de la escena
sin decir nada mas y sin pedirle mas de sus imposibles palabras y el no me siguió, como
si aquello no le importara en lo absoluto, también lo desconocía desde que lo volví a ver.
Ya estaba por amanecer así que no intenté dormir a pesar del cansancio que me traían
dos largas noches de desvelo. Como era de esperarse pensaría en él todo el reciente día
pero ya sin fuerzas de intentar nada más.
Al siguiente amanecer me invadió nuevamente aquel dolor que alguna vez creí superar,
de regreso a una depresión que hería profundamente mis emociones.
Todo pasó tan lentamente, hasta que en la misma semana de aquel último encuentro
sonaba insistentemente el teléfono sin que yo desde la cama fuera a atender, luego de
que el contestador recibiera la llamada, no podía creer que escuchaba su voz hablarme
otra vez, desde el teléfono diría otra de sus misteriosas frases: “me atacaron, me fui y te
dejé porque me atacaron, no quería que me vieras así, por eso me fui”, ¿hablaba de
algún abuso?, ¿algún trauma?, estaba segura que esa fue la experiencia que lo trajo de
nuevo tan cambiado y extraño, aunque no era suficiente información, me tranquilizó

saber que no se tratase de otra mujer.
Esa tarde dormí por toda la semana y recuerdo que caí en un profundo sueño en el cual
el me perseguía y yo escapaba de sus brazos, y cuando al fin logró llegar a mi, desperté
asustada y agitada…
Al oscurecer el día, la noche lo trajo a mi casa, cuando me vio me saludó un abrazo
suyo, el cual me sorprendió desde que me acostumbre a sus nuevas reacciones, yo
quedé inmóvil y el trataba de levantar mis ánimos con caricias, besos y mas de aquella
promesa que no comprendía del todo, pero sus palabras atravesaban mis oídos ya sin
sentido alguno, sin embargo su compañía era lo único que necesitaba.
A pesar de que en el siguiente día volvería al dolor, no podía negarme a él, sería como
dejar sin sentido a todo un mundo que ya giraba y un corazón que se sentía vivo por
cortos instantes, eran leves recuperaciones pero sin abandonar el sufrimiento. Tampoco
había tiempo ni fuerzas para olvidar ni mucho menos para fingir que lo lograba.
Esa fue una gran sorpresa, tenía que aprovechar aquella visita, llegó a mi puerta y

volvió a mi rostro lentamente un toque de felicidad, un brillo en los ojos, la sonrisa a
mis labios.
El se encargó de no abandonar mi corazón, necesitaba verme feliz pero a la vez era una
felicidad que me destrozaba de a poco. Recuerdo que la noche lo devolvió a mí, más
sonriente, con una alegría que no dejaba de sorprender y luego de algunos besos, se lo
dije: “regálame una noche” y otra vez me dio una mirada fría de colección, dejó tirada
su sonrisa para mirarme seriamente con dos ojos a los que aun no podía adaptarme y se
desprendió de mis brazos.
“odio que hagas eso”, le grite entre llantos, “¿Qué?”, me pregunto. “que te vayas sin
palabras” le dije sin poder mirarlo a la cara, se acercó a mi con ojos tristes y otra
vez escuche lo que para mis oídos ya no tenia sentido “no estamos listos” solo que
ahora lo pluralizaba. Lo miré, sin entenderlo, sin esperar mas de el, pues ya lo habíamos
hecho antes y yo necesitaba que sintiera todo el amor que siempre se quedo en mi, el
amor que se multiplico con los días y el que durante cuatro años espere para
entregárselo solo a el. Quería terminar de tenerlo aquí para luego irme con el adonde
fuera, necesitaba saber si podía o no entregarme por un amor ciego a alguien que
durante algunos días parecía ser un completo extraño.
No se que pensó el mientras lo observé pero me dijo: “en casa, mañana a medianoche”
y se fue.
Quede entonces flotando entre dudas. Con él todo era perfecto aunque nunca dejo de ser
raro, una extraña perfección que tanto esperé y a la que tanto temía. Todo era como
comenzar de nuevo con un sentimiento que se multiplicaba por seis, por lo cual ya era
inútil hacerle frente.
Es contradictorio, sentía que quería alejarme, pero no pude soportar la distancia q nos

separaba, volvería a sus brazos aunque eso costara dolor o sacrificio.
A la siguiente puesta de sol la esperé con los ojos abiertos, el día me traía las ansias y a
su rostro que me observaba desde la nube más brillante.
Al caer el sol caminé nuevamente hacia aquel lugar sombrío, sonreía tras pasos suaves,
caminando sobre una nube, como una niña que espera ansiosa su primera vez y es que
aun lo recordaba inalcanzable, escuchándolo silencioso, acostado sobre una tumba de
numerosos recuerdos que el mismo asesinó, mientras yo seguía esperando que regresara
algún día para convertirlos en simples cenizas o en mi futura felicidad. Pero no dejaría
que nada arruinara mi noche. “Quizás el solo me acompañe a sentir o quizás sienta
conmigo”, en fin, tenía que responderle a las dudas.
Tras golpear insistentemente la puerta sin recibimiento alguno, solo entré directamente
hacia aquella habitación donde el ya me había llevado la última vez. Unas velas
encendían la noche y la luna llena las acompañaba, pero era él el que estaría conmigo y
lo demás no importaba, cuando lo escuché acercarse a mí, sentí como si llegara después

de cuatro años solo en mi búsqueda. Lo miré fijamente y la luz en sus ojos opacaba el
brillo de los astros, los mismos que eran testigos de una promesa de amor.
Mi pregunta- la que ni siquiera yo comprendía- fue: “¿ya estas listo?”, y el me
respondió: “yo creo que si, porque la noche está hermosa y tu estás hermosa esta noche”.
Después de aquel comentario, me entregue a él sin pensarlo, ya no había nada mas para
decir ni escuchar.
Su mano resbalaba por mi brazo. Todo comenzó despacio y sin palabras, una filosofía
placentera donde su silencio era perfecto. El reloj marcó las cero horas y ambos
estábamos listos para acariciar el amanecer.
Sentía sus caricias navegar por todo mi cuerpo y el tiempo desaparecía, los oídos
abandonaban el momento y mis ojos solo se abrían para apreciar los cortos apagones de
las velas, todo mientras el rescataba recuerdos que curaban un alma dolorida.
Yo me perdí en la noche y me ocultaba del amanecer y es que quería que aquello fuera
eterno, pero el momento nocturno no acababa ni el latido de mi corazón que aceleraba
al sentir sus labios sobre mi piel.
Todo continuaba como un sueño bajo un suave brillo lunar, miradas y deseos, besos en
el cuello, su toque y mi amor. Digo un sueño, porque en ese entonces todo se cumplía,
encontrarlo luego de un largo tiempo de sufrimiento y de una eternidad de ilusiones que
murieron pero que aquella noche parecían volver a existir.
Y como todo lo que empieza debe terminar, también se detenía para mí, el tiempo y mi
corazón. Sus besos lastimaron mi cuerpo y sus uñas mi espalda, yo quería que
terminara!!! Se lo pedí insistentemente pero sentía como si él no escuchara. El dolor era
intenso aunque aumentaba su pasión.
Mi rostro empalidecía y sentí el fuerte golpe en mis ojos cuando se abrieron… sus

labios carnosos teñidos de sangre despertaron unos colmillos antes del amanecer. Las
sabanas envolvían dos cuerpos siniestros, su esencia inhumana y este monstruo que el
creó en mi, la decadencia de segundos esperados, entender su hambre sin hacer nada,
hacer inútil el evitar entregarle mi vida… Y es que no podía dejarlo ir de nuevo. Lo que
soy ahora, es lo que fui antes…Siempre fui suya y eso fue siempre parte del destino, su
destino también sería el mío, ya que el camino fue el mismo, es nuestro y regresamos a
completar la historia.
Entendí eso y todo cuando él bebía mi sangre mientras se ocultaba del horizonte y del
cielo púrpura.
Yo tenía razón, desde ese momento nos tenemos para siempre, ¿Qué mas podía pedirle
al mundo? La promesa había sido cumplida.

María Cecilia Graneros

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